
Nada de este mundo puede compararse a la certeza de saber que esa energía que todo lo restaura actúa desde nuestro interior.
Cuando vibramos al unísono con la energía creadora podemos ver una realidad oculta, solo percibida por los ojos del alma y que es nuestro lugar sagrado.
Para entrar a ese lugar sagrado tenemos que alinearnos con la frecuencia vibracional más alta de nuestra energia de vida (Espriritu) logrando pensar, sentir y actuar desde el corazón.
Para vivir desde el corazón solo tenemos que abrirnos y dejar que nuestros sentimientos sean de amor por toda vida, sintiendo la convicción de que formamos parte de todo lo manifestado, donde estamos contenidos y sustentados.
Todos venimos desde ese lugar y estamos ahora en este mundo para redimir las imperfecciones nuestras y de todos; y para crear una nueva realidad o plano de existencia del ser donde la perfeccion es eterna.
Cuando vibramos al unísono con la energía creadora podemos ver una realidad oculta, solo percibida por los ojos del alma y que es nuestro lugar sagrado.
Para entrar a ese lugar sagrado tenemos que alinearnos con la frecuencia vibracional más alta de nuestra energia de vida (Espriritu) logrando pensar, sentir y actuar desde el corazón.
Para vivir desde el corazón solo tenemos que abrirnos y dejar que nuestros sentimientos sean de amor por toda vida, sintiendo la convicción de que formamos parte de todo lo manifestado, donde estamos contenidos y sustentados.
Todos venimos desde ese lugar y estamos ahora en este mundo para redimir las imperfecciones nuestras y de todos; y para crear una nueva realidad o plano de existencia del ser donde la perfeccion es eterna.