En el diario vivir, con nuestra familia, pareja, amigos, compañeros de trabajo, hay ciertos principios o premisas fundamentales que sostienen un compromiso en el tiempo para que prospere una relación.
En ese sentido se asumen voluntariamente conductas propias de la persona humana como ser: honestidad, lealtad, fidelidad, compromiso, afecto y respeto mutuo, entre otras, partiendo de la base que las personas tienden al bien. Nuestro diario vivir nos lleva a conciliar, negociar y asumir muchas veces un acuerdo tácito de convivencia pacífica que se nos transmite desde tierna edad por nuestros progenitores y genera la fluidez de la confianza en nosotros y en los otros y son los premisas básicas que tienen que ver con el sistema de creencias de cada uno.
Para llegar a comprender a otra persona, primero tenemos que conocernos y comprendernos nosotros mismos y tener claro como nos vamos a relacionar con nuestros semejantes, y esas reglas de conducta muchas veces nos condicionan porque forman parte de nuestro aprendizaje, de nuestra herencia cultural y de nuestra propia escensia: quienes somos.
Cuando estamos realizando actividades con otras personas debemos estar bien y felices; y actuar en todo momento de buena fe, pensando y sientiendo el bien por todas partes.
Cuando nos comprometemos afectivamente con otra persona y le prometemos fidelidad, amor y respeto, asumimos un compromiso en la relacion voluntariamente.
En ambos casos sentimos placer, bienestar y plenitud cuando vemos colmadas nuestras expectativas en las relaciones personales.
Pero en definitiva, lo que importa es la forma como nos relacionarnos con las personas, para ello tenemos que tener en cuenta nuestras creencias que nos dan libertad en cada elección en aciertos y errores para volver a empezar, y que el Amor, a nosotros mismos (autoestima) y al prójimo (caridad, compasión, lealtad, honestidad) siempre es lo más importante .
En ese sentido se asumen voluntariamente conductas propias de la persona humana como ser: honestidad, lealtad, fidelidad, compromiso, afecto y respeto mutuo, entre otras, partiendo de la base que las personas tienden al bien. Nuestro diario vivir nos lleva a conciliar, negociar y asumir muchas veces un acuerdo tácito de convivencia pacífica que se nos transmite desde tierna edad por nuestros progenitores y genera la fluidez de la confianza en nosotros y en los otros y son los premisas básicas que tienen que ver con el sistema de creencias de cada uno.
Para llegar a comprender a otra persona, primero tenemos que conocernos y comprendernos nosotros mismos y tener claro como nos vamos a relacionar con nuestros semejantes, y esas reglas de conducta muchas veces nos condicionan porque forman parte de nuestro aprendizaje, de nuestra herencia cultural y de nuestra propia escensia: quienes somos.
Cuando estamos realizando actividades con otras personas debemos estar bien y felices; y actuar en todo momento de buena fe, pensando y sientiendo el bien por todas partes.
Cuando nos comprometemos afectivamente con otra persona y le prometemos fidelidad, amor y respeto, asumimos un compromiso en la relacion voluntariamente.
En ambos casos sentimos placer, bienestar y plenitud cuando vemos colmadas nuestras expectativas en las relaciones personales.
Pero en definitiva, lo que importa es la forma como nos relacionarnos con las personas, para ello tenemos que tener en cuenta nuestras creencias que nos dan libertad en cada elección en aciertos y errores para volver a empezar, y que el Amor, a nosotros mismos (autoestima) y al prójimo (caridad, compasión, lealtad, honestidad) siempre es lo más importante .
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