🌟 Reflexión: La Navidad también puede vivirse en silencio.
En estas fechas que el mundo cristiano celebra como Navidad, donde la familia, los encuentros y la infancia ocupan un lugar central, es importante detenernos un momento y mirar con amor a quienes viven estas fiestas de un modo distinto.
Hay personas que en la víspera de Navidad estarán solas en sus hogares. Otras estarán trabajando, viajando en un ómnibus o en un avión, lejos de los suyos. Algunas pasarán estas horas en hospitales, atravesando tratamientos médicos, o acompañando procesos de salud. Y también hay quienes, por elección consciente, deciden vivir esta fecha en soledad.
A todos ellos quiero decirles algo muy claro: la soledad no es debilidad.
Estar solo —cuando es tú y tu espíritu— puede ser un acto de valentía, de madurez y de profundo autoconocimiento. Muchas personas viven esta fecha con serenidad: preparan su comida, cuidan los detalles, honran el día a su manera, y mantienen un vínculo humano y empático con quienes los rodean.
Recordar a la familia, a los padres o a los seres queridos que ya no están en este plano no tiene por qué ser tristeza. También puede ser gratitud. Gratitud por las Navidades compartidas, por los momentos vividos, por el amor que sigue existiendo más allá del tiempo.
La vida nos invita siempre a seguir adelante. No podemos habitar el pasado, porque ya cumplió su función. El camino es hacia adelante, con la esperanza —siempre viva— de que lo que viene puede ser mejor.
Por eso, a quienes hoy están trabajando, viajando, cuidando su salud o simplemente viviendo esta fecha en silencio, les digo: ustedes no están solos. Están acompañados por la energía de la vida, por el ser cuántico, el espíritu, el alma —como cada uno elija nombrarlo— que siempre guía hacia el camino del medio: el equilibrio, el amor, la paz y la prosperidad.
Que estas fiestas sean un tiempo de calma interior, de respeto por los propios procesos y de confianza en la vida.
✨ Felices fiestas.
Buenos Pensamientos
