miércoles, 3 de septiembre de 2025

EL DOBLE CUMPLEAÑOS

 


Mi madre celebraba sus cumpleaños a lo grande. La casa se llenaba de aromas, de ollas hirviendo y de charlas apresuradas. Había más comida de la que cualquiera pudiera imaginar, y siempre, a último momento, decía que faltaba algo: un plato más, un postre extra, un detalle que, según ella, era indispensable para agasajar a sus invitados.


Yo, joven entonces, pensaba en silencio que era demasiado. La juzgaba derrochona, incapaz de comprender por qué tanto gasto, por qué esa necesidad de dar más de lo necesario.


El tiempo pasó, y mi madre envejeció. Una tarde, ya muy anciana, descubrí su secreto. Al día siguiente de su cumpleaños, con lo que quedaba, abría las puertas de la casa a sus vecinos, a los allegados que poco tenían, a los que rara vez eran invitados a una fiesta. Allí, en esa segunda mesa tendida, brillaba la verdadera razón de su derroche: su generosidad.


Entendí entonces que no era exceso, sino abundancia compartida. Que no era gasto inútil, sino amor multiplicado en cada plato, en cada brindis, en cada sonrisa de los más humildes.


✨Hoy, que ella ya no está en este mundo, sigo festejando su día como lo hacía ella: con la certeza de que celebrar no es solo honrar la vida propia, sino también dar un lugar en la mesa a quienes más lo necesitan. Y mientras enciendo las velas, sé que su espíritu sonríe conmigo, porque la fiesta continúa.✨




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